
Preocupada por la situación socioeconómica en su natal Venezuela, María Martínez decidió trasladarse a Orlando junto con su esposo hace casi una década.
Sus dos cuñados ya vivían en esta ciudad y trabajaban como subcontratistas para una empresa encargada de la limpieza de locales comerciales.
De ahí surgió la idea de invertir en una franquicia y comenzar un negocio propio con la ayuda de Anago Cleaning Systems, una empresa que comenzó en 1989 en Pompano Beach y que actualmente tiene más de 2,000 franquicias unitarias en el territorio estadounidense. En nueve años, Martínez pasó de ser la dueña de una franquicia a ser la presidenta de la franquicia máster de Orlando, que supervisa todas las franquicias individuales de la zona.
En su país, la venezolana era la directora de ventas de la empresa de publicidad Vepaco y su esposo, Gustavo Contreras, manejaba tres oficinas del Banco del Caribe. Al comenzar la franquicia, la pareja de ejecutivos tuvo que aprender a limpiar pisos, alfombras y mármol.
Martínez comenta que el cambio fue drástico. En su país tenían un trabajo de oficina, con un horario fijo y un ingreso estable. Al adquirir la franquicia, trabajaban desde las 6 p.m. hasta la madrugada, limpiando diferentes locales comerciales que durante el día permanecían abiertos al público.
“Los primeros tres años éramos zombis, vivíamos de noche y dormíamos de día”, comenta Contreras y dice a manera de chiste que su mayor diversión era ir a Walmart, que estaba abierto las 24 horas.
Por la experiencia que tenían sus cuñados en el negocio de la limpieza comercial, los contactos con los que contaban y el constante esfuerzo de la pareja, su negocio creció hasta ser el que más facturaba en Orlando.
En 2009 surgió la oportunidad de adquirir la máster franquicia del área de Orlando y la pareja decidió comprarla con el objetivo de buscar nuevas oportunidades y solidificarse económicamente.
“Cuando uno es franquiciador el objetivo principal es limpiar y mantener satisfechos a los clientes; uno está en el negocio de la limpieza. El dueño máster es distinto”, dice Martínez.
Hoy en día, ella tiene a su cargo las 75 franquicias individuales de Orlando. Martínez resalta la flexibilidad y tranquilidad de ser “empleada de sí misma”, ese era el objetivo cuando decidieron trasladarse a Estados Unidos. Su esposo desde hace 14 años la describe como una mujer dedicada y metódica.
“La primera vez que limpié un sanitario, mi actitud era que estaba haciendo algo que no era agradable, pero que lo hacía en busca de una mejor calidad de vida”, dice la empresaria.
Según Judy Walker, vicepresidenta de mercadeo de la oficina corporativa de Anago en Pompano Beach, a diferencia de una franquicia individual, que presta el servicio de limpieza, una máster franquicia es una empresa de ventas y mercadeo que busca aumentar el número de franquicias individuales en una ciudad.
Ahora la labor de Martínez consiste en vender más franquicias y apoyar a los que ya tienen una, buscarles clientes, brindarles apoyo operativo y acompañarlos en el proceso de establecer su empresa. Para ello utiliza la experiencia en ventas que adquirió en Venezuela.
Walker comenta que Martínez y su esposo le ofrecen a los franquiciadores una perspectiva única, pues su historia probablemente es similar a la de las personas que buscan adquirir una franquicia individual.
“María es muy trabajadora. Tiene buenas habilidades con los clientes para manejar las cuestiones de ventas”, dice Héctor Díaz, un colombiano dueño de dos de las franquicias individuales de Anago en Orlando.
Aproximadamente el 95 por ciento de los franquiciadores en Orlando son hispanos. La vicepresidenta de mercadeo considera que esto se debe a que muchos inmigrantes al territorio estadounidense no logran conseguir un trabajo en su profesión debido a trabas con permisos y las validaciones de los títulos.
“Ellos salieron de Venezuela, vendieron todo lo que tenían y vinieron a EEUU en busca del sueño americano”, dijo Walker. “Ella [Martínez] se relaciona bien con los franquiciadores porque estuvo en sus zapatos”.